En Esplugues de Llobregat gracias a un grupo de mujeres de diversos países, nos están enseñando un poco como es su cocina popular.
Seguramente muchas de estas mujeres desde muy pequeñas han vivido en un mundo donde la vida femenina se desarrolla en torno el hogar y la cocina. La forma de trabajar las masas de harina, de cortar los alimentos, la velocidad y orden en la preparación de los platos sin mirar ninguna receta me han dejado perplejo.
En el fondo un poco de envidia sana. Cuanto nos queda por aprender.
Nuestra cocina, la catalana, hoy es un referente a nivel mundial, sin duda gracias a miles de mujeres que con lo poco que daban la huerta, la pesca, el corral, el bosque o la caza tenían que alimentar a toda la gran familia. Nuestra cocina ha sido de subsistencia hasta hace muy poco y de aquí radica su gran diversidad. Hoy creo que podemos decir que la cocina popular y tradicional catalana goza de gran prestigio. Grandes cocineros han sido los responsables de encender la chispa.
Pero a nivel particular la cosa cambia. Se sustenta primordialmente por las abuelas, despostarías de la tradición oral de miles de preparaciones.
En resumidas cuentas, si bien gozamos de una buena salud gastronómica, no podemos decir lo mismo de cara a la cocina del día a día. Las nuevas generaciones con la integración de la mujer al mercado laboral, junto con una globalización mal entendida hacen que este eslabón se rompa. El patrón familiar cambia y la relación con la cocina también.
El interés por la cocina popular nunca se perderá y hay un gran interés por todo lo relacionado con la gastronomía. Ese eslabón lo tenemos que recuperar, retomar las recetas de toda la vida y disfrutar de una buena comida en familia.
En muchos países de nuestro entorno este eslabón aun no se ha roto por distintas causas y es el referente de toda una comunidad.
Desde estos talleres a través de la cocina hacemos un recorrido de ida y vuelta por toda la cultura, no solamente culinaria.
Como iremos viendo la cocina nos une………………y nos hace un poco mejores.
Seguramente muchas de estas mujeres desde muy pequeñas han vivido en un mundo donde la vida femenina se desarrolla en torno el hogar y la cocina. La forma de trabajar las masas de harina, de cortar los alimentos, la velocidad y orden en la preparación de los platos sin mirar ninguna receta me han dejado perplejo.
En el fondo un poco de envidia sana. Cuanto nos queda por aprender.
Nuestra cocina, la catalana, hoy es un referente a nivel mundial, sin duda gracias a miles de mujeres que con lo poco que daban la huerta, la pesca, el corral, el bosque o la caza tenían que alimentar a toda la gran familia. Nuestra cocina ha sido de subsistencia hasta hace muy poco y de aquí radica su gran diversidad. Hoy creo que podemos decir que la cocina popular y tradicional catalana goza de gran prestigio. Grandes cocineros han sido los responsables de encender la chispa.
Pero a nivel particular la cosa cambia. Se sustenta primordialmente por las abuelas, despostarías de la tradición oral de miles de preparaciones.
En resumidas cuentas, si bien gozamos de una buena salud gastronómica, no podemos decir lo mismo de cara a la cocina del día a día. Las nuevas generaciones con la integración de la mujer al mercado laboral, junto con una globalización mal entendida hacen que este eslabón se rompa. El patrón familiar cambia y la relación con la cocina también.
El interés por la cocina popular nunca se perderá y hay un gran interés por todo lo relacionado con la gastronomía. Ese eslabón lo tenemos que recuperar, retomar las recetas de toda la vida y disfrutar de una buena comida en familia.
En muchos países de nuestro entorno este eslabón aun no se ha roto por distintas causas y es el referente de toda una comunidad.
Desde estos talleres a través de la cocina hacemos un recorrido de ida y vuelta por toda la cultura, no solamente culinaria.
Como iremos viendo la cocina nos une………………y nos hace un poco mejores.